La voz del Adulto Mayor

El abuelo y la nieta

Por Raul Martinez

Abuelo:

- Tu papá ya me explicó como entrar para agendar la cita para la vacuna, ¿me ayudas?.

Nieta:

- Claro abuelo. ¿Quieres que yo llene todo?. Dame los datos que me pidan en la aplicación.

El abuelo saca su cédula de identidad y observa con amor a su nieta sentada frente a la computadora.

Esta historia se repite una y otra vez. Abuelos, abuelas, tíos, tías. Adultos mayores pidiendo tiempo y paciencia para entrar y usar las nuevas formas de comunicación. Sienten que se quedan atrás con todas sus historias, experiencias y recuerdos. Frente a una pantalla, se aquieta su espíritu y aumenta el abismo con un mundo que parece dejarlos atrás.

Abuelo:

-No, mejor me explicas paso a paso cómo hacerlo. Le pedí a tu papá pero me dijo que mejor me ayudes tú.

La nieta mira a su abuelo y no sabe cuánto tiempo se demorará. Él toma su lugar frente a la computadora mientras ella se queda parada a un lado. El abuelo escoge la apuesta larga. La de aprender y adaptarse aunque se demore. A un lado su nieta enseña con paciencia, como él enseñó a su papá. La vida da vueltas.

Aprender siempre es una opción y siempre es un camino. Es también un acto de rebeldía. Una forma de liberarse de expectativas y sobre todo de prejuicios. Muchos, en esta edad, se arriesgan a estudiar nuevas carreras o aprenden en cursos en línea. Muchos otros desarrollan sus propios artes y oficios. Van a su ritmo, porque es lo que necesitan. Y aprenden.

Aunque con una dosis de susto y otra dosis de miedo, el abuelo termina de llenar el formulario. La nieta lo mira y le dice que sólo falta enviarlo. Ella observa el brillo en sus ojos. Es esa alegría profunda de seguir siendo parte de algo. Apenas enviada la solicitud, el abuelo llama a sus hermanos y amigos para explicarles cómo deben hacer el ingreso para la vacunación.

Recibe llamadas, consultas, mensajes. Todos preguntan y sí, todos aprenden. Es un acto de rebeldía. Una comunidad que comparte experiencias, conocimientos, anécdotas. Una forma de seguir aprendiendo, de seguir compartiendo.

El abuelo escogió el camino de la rebeldía. Esa misma estrategia que le ayudó a entender y luego aceptar la enfermedad de la abuela. Aquella noticia sobre la demencia y su presencia, que sacudió a todos en un día cualquiera. Una despedida lenta que sólo se asume mejor cuando uno lee, aprende y comprende. En estas cosas, muchas veces las voces sobran con demasiados puntos de vista, más que con respuestas.

La nieta ahora “asiste” al abuelo en todas las nuevas tareas. Le manda noticias por el chat de la familia, sobre la vacunación, sobre los efectos, sobre el virus, sobre las nuevas variantes, sobre los turnos y sobre nuevas vacunas que están por llegar. El abuelo analiza, ordena, prioriza y llama de nuevo a sus contactos. Fueron las primeras víctimas y lo entienden. Sin embargo muchos opinaron por ellos. Les pidieron quedarse en sus casas sin preguntar sobre sus condiciones.

Demandaron su responsabilidad porque estaban en riesgo. Los aislaron dejándolos sin opciones. Ellos se juntaron. Muchos aprendieron a gestionar desde la soledad, sus cuentas bancarias, sus compras y sus servicios. Entendieron la importancia de una solidaridad silenciosa pero real. Entendieron cómo usar las redes y cómo mandar memes y mensajes de apoyo.

Cambiaron sus prácticas y despidieron a muchos de los suyos, detrás de una videollamada con transmisión en vivo. Ahora conversan con sus hijos y con sus nietos detrás de esas mismas pantallas a los que muchos temían.

El abuelo se despide de la nieta. Acaba de actualizarle en una llamada con los últimos datos de las hospitalizaciones en la ciudad. Le envía un par de gráficos con la información. Se ajusta los lentes y busca en sus contactos de Whatsapp. El frente se activa y la rebeldía continúa. Al otro lado la nieta sonríe. Ojalá algún día tenga voz propia como mi abuelo. La vida sigue.