EDITORIAL
Autora
Psicóloga Clínica
Lourdes Lalama
La música forma parte inherente del ser humano; existen hallazgos arqueológicos desde el paleolítico, que nos hacen referencia de la existencia de instrumentos que registran la aparición de la música.
Si nos ubicamos en nuestra era, la música nos marca una pauta importante desde el inicio de nuestra vida, por ejemplo las canciones de cuna cuando aún somos unos infantes, y más tarde como una manera de codificación con nuestros pares. En alguna ocasión me preguntaron, ¿cuál era la música de mi época? y mi respuesta fue sobre la música que escuchaba en mi adolescencia (que fue la época de mi vida que más he disfrutado) así pues, la respuesta puede variar de persona en persona. Usted lector, deténgase a pensar cuál fue la música de su época favorita; de seguro las canciones que vienen en su memoria vienen cargadas con emociones, recuerdos, sensaciones y hasta olores.
La música nos ayuda a cambiar el estado de ánimo y todo dependerá del tempo (velocidad de las pulsaciones) y ritmo que tengan las canciones para generar diferentes emociones.También los sonidos más agudos pueden hacernos sentir inquietud, ajetreo, molestia y ahogo. Nos podemos dar cuenta de esta situación, cuando entramos a un restaurante y nos ponen música muy movida, entonces terminaremos comiendo a ese ritmo; lo mismo ocurre si nos ponen música calmada, comeríamos a ese mismo ritmo. Otro ejemplo puede ser cuando estamos enojados o aturdidos y escuchamos tonalidades musicales que nos relajan, en seguida nuestro cerebro produce dopamina, que es el neurotransmisor encargado de generar bienestar, y nos ayudará a manejar de mejor forma el estado de ánimo.
Hay ocasiones en la que escuchamos música en otros idiomas y no entendemos lo que están diciendo en su letra, pero la tonalidad, el ritmo, y el sonido de los instrumentos nos generarán diferentes emociones; por eso se dice que la música es el lenguaje universal.
En personas con la enfermedad de Alzheimer, la utilización de la música como terapia, tiene efectos positivos en el tratamiento y abordaje de la enfermedad. Gómez-Gallego y Gómez-García, en 2017, realizaron un estudio en 42 pacientes con Alzheimer leve y moderado, aplicando dos sesiones semanales de 45 minutos de musicoterapia durante 6 semanas. Estudiaron cambios a la tercera y sexta semana, con tests cognitivos y conductuales (MMSE, NPI, escala de ansiedad y depresión e índice de Barthel). Las actividades musicales incluían escucha activa de música con seguimiento rítmico con las extremidades e instrumentos de percusión, canciones de bienvenida, despedida y reconocimiento de canciones e intérpretes. Observaron mejoría en el estado cognitivo de los pacientes, incluso desde la cuarta sesión: aumento en la memoria y orientación, disminución de depresión y ansiedad, mejoría del delirio, las alucinaciones, la agitación, la irritabilidad y los trastornos del lenguaje.
La música tiene un efecto invasor en todas las áreas cerebrales, ya que está marcada por el movimiento, ritmo, palabras, recuerdos entre otras. En estudios realizados con encefalogramas se puede observar que cuando una persona percibe estímulos musicales todas las áreas cerebrales se ven comprometidas y estimuladas, y existe un aumento en la producción de dopamina; es entonces cuando se puede provocar un cambio de humor.
Las emociones ayudan a codificar los sonidos, por eso es que la música de una película, se convierte en una guía para el espectador; la música ayuda a codificar lo que va a suceder en la película. Este es otro claro ejemplo de que las emociones y la música tienen un estrecho vínculo.
En experimentos se ha podido observar que se puede modular la actividad cerebral con la música. En el caso del Alzheimer, la aplicación de música sistemáticamente, tiene resultados palpables ya que activa a casi todas las regiones del cerebro. Estudios neurológicos demuestran que tanto escuchar como hacer música estimula las conexiones en algunas regiones cerebrales que tienen conexiones con las emociones, la cognición y el movimiento.
La música es física y anima a la gente a moverse con el ritmo, también induce estados emocionales al facilitar cambios en la distribución de sustancias químicas que puede inducir estados de ánimo positivos, lo que a su vez puede ayudar a la rehabilitación.
Así es como la música se puede utilizar de diferentes maneras como parte de la rutina diaria en personas con Alzheimer, siendo este un complemento terapéutico. Aquí les entregamos algunas sugerencias:
- Sesiones de relajación a través de la música: escuchar música tranquila y armónica con sonidos de la naturaleza mientras toma la siesta o en sus descansos durante el día.
- Escribir y cantar canciones.
- Improvisación de canciones y piezas musicales.
- Tocar un instrumentos musicales u objetos que nos puedan servir como tales.
- Escuchar música (con y sin imágenes visuales)
- Utilizar algún objeto de percusión y realizar un acompañamiento a una pieza musical conocida.
- Dibujar lo que se va escuchando en la canción.
- Cuestionario para expresar sentimientos: luego de escuchar alguna canción se puede reflexionar sobre la misma.
* ¿Cuál es el título de la canción?
* ¿Qué le viene a la mente cuando escucha la canción?
* ¿Cómo le hace sentir la canción?
* ¿Qué parte de cada canción es la más importante y por qué?
En conclusión la música es un excelente aliado no sólo para las personas con la enfermedad de Alzheimer, sino para el cuidador y su entorno en general.
Referencias
Gómez-Gallego y Gómez-García. (2017). Musicoterapia en la enfermedad de Alzheimer: efectos cognitivos, psicológicos y conductuales. enero, 2022, de Science Direct Sitio web: https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0213485316000049