Dra. Ninoska Ocampo-Barba
Neuropsicóloga
El Trastorno Neurocognitivo tipo Alzheimer, a lo que antes le llamábamos Demencia Alzheimer, es una condición crónica que se presenta en personas sin distinción de género, condición u origen y que no está supeditada al estilo, forma o tipo de vida que tuviese el paciente diagnosticado. Esto quiere decir que no se relaciona con el trabajo, la profesión, las conductas o decisiones de la persona a lo largo de la vida.
El mayor temor de quien acompaña al paciente con Alzheimer es padecerlo en el futuro y por ello es fundamental que sepamos que el 95 % de los casos corresponden a la categoría de Alzheimer Esporádico y por ende no es de carácter hereditario, solo el 5 % de los casos corresponden al Alzheimer familiar o genético, es decir hereditario y que se manifiesta en personas antes de los 40 años, por tanto, quienes tienen la tarea de cuidar a su pareja, padres o abuelos en la tercera edad no pertenecen a esta categoría.
Las neurociencias se interesan en la enfermedad de Alzheimer (EA), a principios del siglo XX. En 1906 se publica y demuestra la existencia de esta enfermedad en la voz de un médico neurólogo alemán a quien se honra, poniendo su apellido a esta condición.
"Las neurociencias se dividen en comportamentales y no comportamentales, en este sentido el interés por la EA se da desde las dos corrientes, por un lado, ha sido y es fundamental el conocimiento de las bases histológica, celular y molecular de la neurodegeneración del cerebro y en definitivamente todo el sistema nervioso. Por otro lado, los rotundos y significativos cambios conductuales, emocionales y cognitivos justifican del estudio y atención desde las neurociencias comportamentales."
El campo de las neurociencias ha avanzado significativamente en los últimos 30 años, con investigaciones que han profundizado en la biología molecular, la genética y las imágenes cerebrales para entender mejor la enfermedad de Alzheimer. En las décadas posteriores, especialmente desde los años 1980 y 1990, el desarrollo de nuevas tecnologías y métodos científicos ha permitido avances significativos en la comprensión de los mecanismos subyacentes de la enfermedad y en la búsqueda de tratamientos efectivos.
"La importancia de las neurociencias en el diagnóstico de la EA radica en la posibilidad que ofrece para correlacionar las variables biológicas con las del comportamiento por lo que es sumamente útil, práctico y necesario para poder establecer un programa de intervención acorde a las necesidades del paciente, su familia, su entorno inmediato (la familia) y entorno extensivo (la comunidad donde vive)."
Podrimos resumir estos párrafos en el siguiente gráfico donde se ven las neurociencias en su interrelación de los cambios comportamentales y las alteraciones de orden biológica. Estas alteraciones interfieren con la función normal del cerebro a múltiples niveles, desde el genético hasta el molecular, culminando en el deterioro progresivo de las capacidades cognitivas y el bienestar emocional.
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